martes, 24 de enero de 2012

Gizmo no quiere que ponga un título.

Eran, no sé...onda 7 de la tarde más o menos, una de las horas en que a Gizmo se le saca a que respire aire callejero, a que marque territorio en los postes y por qué no, a depositar lo depositable. (Gizmo mi perro, el perro)
La ruta ese día era ir a la bodega a comprar provisiones, hacer que se distraiga y volver a casa, a nuestras vidas de perro. Partimos pues a consumar el plan, sin contar con que la ruta esa noche daría un vuelco inesperado esta vez con otra finalidad... Casi a una cuadra de casa vimos a un grupillo de infantes amontonados como una revuelta popular, aparentemente comentando y apreciando un bulto sobre el pasto del parque, pensé: se viene algo feo...me estaba por acercar y una de las integrantes de la jauría me llama para unirme y ver lo que acontecía. Que quede claro que tengo 20 y esos niños no pasaban de 10, pero soy muy sociable y me integro rápido a las actividades informales.
Era lo que temía: perritos abandonados a su suerte, y digo TEMÍA porque para experiencias en abandonos tengo un máster y está absolutamente de más decir que amo a estos seres incapaces de expresarse como tú, pero igualarse por qué no.
Eran 2, dos pequeñuelos machos ambos, indiscutiblemente preciosos y desgraciadamente solos, encontrados por estos niños en una bolsa mojada, con la intención absoluta de deshacerse de ellos como cajas de pizza aplastadas, y si mojados estaban pues me atrevo a declarar que los querían eliminar en cierta manera, en el modo más brutal e innecesario. Estas cosas a mí no solo me encoleriza a niveles insospechados, sino que hacen que el alma se me parta en 16...siendo incapaz de volver a restaurar los pedazos y esto confirma lo ya habitualmente reconocido: hay gente mala, y estoy siendo educada al manifestarme pero en realidad quiero decir: hay gente de mierda que merecen ser incinerados en la más cercana hoguera por un integrante resentido del Movadef. Eso, gente de mierda ¿qué se quiere decir? Gente que por cerebro tiene seguramente restos de carne molida, rancia y putrefacta, sin sentimientos; no tengo idea si alguna vez en sus vidas fueron maltratados, de no ser así...que suceda lo más pronto.

Pero no todo es lacra, no todo es tristeza, no todo es malo. Cuando me acerqué a estos perritos estaban abrigados por unas mantitas rosadas y salvadoras...una de las niñas (la que me pidió acercarme) había corrido a casa a portar algo para el frío, algo para calmar su tembladera ya que recuerden, estaban sádicamente mojados. Pensé en silencio: aún hay esperanzas en los corazones de los terrícolas.

Eran muchos niños, digo, a veces uno conoce a los nenes de su barrio porque los vio crecer pero estos eran muchos para mí y la mayoría nunca antes vistos de quién sabe qué madres.
Conversando con ellos tratando de sacar información y haciendo que mi cerebro plantee lo más rápido posible en una solución, aparece uno de los padres de los mocosos a decir que no los toquen, que podían tener alguna enfermedad, que los dejen tirados en cualquier miserable caja y que de pronto alguien los encuentre y se los lleve. Ok, antes que nada, antes de insultar al gran ejemplo de padre que apareció como un ángel maligno, es cierto que pudieron estar enfermos, es cierto que no pudieron estar desparasitados, pero a mí qué CHUCHA señor, ¿con mucha más razón no le parece? Si su hijo se enferma...¿lo mete en un costal y lo tira al mar? ¿no verdad? Ahora, eso de que alguien llegue de pronto como caído del cielo, los vea y otro de los verbos inciertos: que se los LLEVE (porque nada nos garantiza) hace que dude ciertamente en sus capacidades señor empresario, porque yo lo conozco, conozco a su familia, usted conoce a la mía y me importa ¡3 PITOS! lo que proclame, yo me los llevo y sanseacabó.

Después de mi ¿Es broma? el gordo canalla se fue. (Con sus hijos claro) Les dije a los mocosos (que cada vez iban en aumento) ¡Llevémoslos a las veterinarias! accedieron sin pestañear, quizá porque son niños y sintieron que era un juego o una nueva aventura, quizá, pero ese tipo de actitud era la que necesitaba en esos minutos mientras preocupada y asustada no dejaba de pensar qué pasaría si no los reciben. Esa misma pregunta me hicieron uno por uno de los engendros que recorrían conmigo el barrio en busca de cabida para los cachorritos, es decir...¿basta sí? Todavía no sé ni qué espero de la vida y me están martirizando con sus preguntas. La escena era un tanto cómica, yo caminando con una bolsa de golosinas en la mano derecha, en la izquierda con la correa...a un Gizmo a la expectativa y de a ratos confundido por extraños y nuevos caminos transitados, y entre esos dos brazos a uno de los perritos encontrados, junto a mí la nena más grande del grupo cargando al otro perrito y atrás de las dos: 12 niños aproximadamente, de todas las edades menos diez, de todos los tamaños, olores y colores; multiplicándose cada vez más y hablando por supuesto cada vez más fuerte, volviéndome loca y empeorando mi situación nerviosa a causa de la negativa de las veterinarias más cercanas. En muchas oportunidades grité: ¡¿Por qué no se van a jugar que son Superman en su balcón?! O los infinitos: ¡Cállense, ¿pueden dejar de GRITAR?! Y las ya cansadas: ¿Por qué no se van a dormir?

Ya voy a acabar.

8:30pm y mis 5 sentidos fallaban. Pensé: me los quedo, me los quedo y ya veo qué le digo a papá y a quién se los doy. Gracias a un Dios matemático, mi madre (que no es muy amante de los animales pero por alguna singular razón, ama con locura, pasión y desenfreno a Gizmo) ese día no llegaría a dormir porque se fue a un retiro familiar, (del cual ni un miembro de su familia asistió con ella por cierto) entonces sin mi madre para juzgar, digamos que tenía media libertad para si se me antojaba...montar una obra de teatro con los perritos.
Decepcionada de la gente y sintiendo cada vez más la bizarra presión de los niños, me adelanté en el camino y no pude evitar llorar ni desatar los inquebrantables nudos de garganta, lloraba apresurando el paso y mirando al pequeñuelo que tenía en brazos, se me partía el corazón porque pensaba "¿qué va a ser de ellos? ¿por qué tienen que pasar por esto? ¿¡quién fue el hijo de puta!?" Y nada, me controlé, llegue a casa, me despedí de la manada (que se quedaron en la puerta de mi hogar hasta que salí por la ventana a decir que estaba todo bien) y los tuve conmigo, no sabía exactamente cuáles eran los siguientes pasos a seguir, los limpié, los acomodé en un cajón que mi madre sacó de un ropero gigante para vender/regalar vaya uno a saber qué, les coloqué una manta, (manta que Gizmo colaboró) acto seguido me sumergí en toda red social existente a compartir la historia, pedir ayuda y a plasmar imágenes de ellos. David Guetta fue uno de los nombres a los que uno de ellos reaccionó. Al otro le puse Carlitos porque quise.

Ellos están bien ahora,gracias a Dios las personas respondieron de inmediato a la causa y en menos de media hora ya tenían padres adoptivos. No hubo ese día mejor sensación sobre mi cuerpo. A las personas que los abandonaron como basura les digo GRACIAS, gracias por haber sido tan MIERDAS, gracias a su comportamiento inmundo ahora Carlitos y David G ya tienen casa, comida y nueva familia, gracias porque ahora están mejor de lo que hubieran estado con ustedes en el caso de no haberlos tirado a la calle...porque esa es la expresión correcta y eso no se le hace a los hijos. Hace poco me entere que estaban por sacrificar a 33 perritos por el cierre de una perrera, que bonito... es como mandar a quemar a todo un pabellón de prisioneros en la cárcel porque van a construír un Tottus. Muy bonito.

Pero esto no acaba acá, hay miles y millones de casos al día; hay gente a la que no se le enseñó la bondad, a la que no se le educa... Dicen que eso te nace, yo creo que no...si nunca me enseñaron que matar es malo probablemente cuando vea un asesinato pensare que es tan normal como comprar pan por la tarde. Así que aprendan a enseñar que la crueldad no es digna ni santa. Que Dios te está mirando, ¿entendiste?
Eso es todo. Gizmo dice guau.






3 comentarios:

  1. Definitivamente hay cada gente con caca en la cabeza en vez de cerebro.
    Dejar tirados a perritos indefensos en la calle es maldad pura.

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  2. Ojalá y sus deseos se hagan realidad.

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